Son dos de los muchos que hay
iguales a ellos. Juan acumula a sus espaldas 38 años de trabajo asalariado y
ahora, a sus 56, por mérito de la Reforma Laboral del gobierno del títere de la
Merkel, acaba de ver inscrito su nombre en la oficina del paro y le han dicho
que a su edad hay pocas expectativas de que vuelva a encontrar trabajo; junto a
él María, que ayer cumplió los 50 y que mañana se levantará a las seis de la
madrugada para hacer lo mismo que ha hecho durante los últimos 30 años: limpiar
portales de siete a nueve, acudir a esos dos domicilios en la que es asistenta
doméstica, hacer la compra y la comida de mediodía en su casa antes de marchar
a toda prisa para completar su jornada laboral diaria, ejerciendo de todo
(enfermera, criada, amiga, cocinera…) durante tres largas horas atendiendo a
una pareja de ancianos nonagenarios.
Hace ya 30 años que se casaron y tienen
dos hijos que viven con ellos; Manuel de 29, que ha terminado la carrera de
derecho y consigue trabajos temporales en lo que salga; y Pepi, de 26, que
lleva cinco años preparando todas las oposiciones que salen y ayuda, las
poquitas veces que puede, en las tareas de limpieza que habitualmente hace su
madre. Juan y María nunca han tenido tiempo libre de verdad, ni vacaciones ni
puentes, aunque algunos domingos en el verano salían muy temprano en su
utilitario para pasar el día, con sus hijos pequeños, en alguna playa de las
Rias Baixas y, una única vez en su vida, consiguieron ahorrar lo suficiente
para pasar una semana en Alicante.
Mientras el estado se prepara para
inyectar 7.000 millones de euros a Bankia, que irán a parar a los mismos
bolsillos de quienes se los han llevado impunemente; Juan y Pepi, sin ser
economistas de renombre ni expresidentes de nada, cuentan euros y céntimos de euro… quizás intentando
comprender la razón por la qué cuarenta años de esclavitud se han convertido en
una canción desesperada.
Juan calcula que, actualizando las cifras
al presente en base al poder adquisitivo real que ellas suponen, en sus 38 años
de trabajador ha cobrado salarios por un importe aproximado de 450.000 €;
María, por su parte, considera que no llega a los 330.000 € de ingresos
totales. En total, unos 780.000 € por
toda una vida de levantarse cuando despunta el alba, deslomarse todo el día y
acostarse, exhaustos, pasada la medianoche. Y así, cada uno de los más de 130.000
días que llevan conviviendo y luchando juntos; aunque, con una sonrisa pícara en
sus ajados labios, María recuerde aunque no se explique cómo es posible que
sacara tiempo para disfrutar de sus ocho o nueve mil encuentros de pasión y
sexo con Juan que, al fin y al cabo, es lo único que les ha salido casi gratis.
A esos 780.000 € que Juan y María se
ganaron con el sudor de todo su cuerpo (que decir que sólo la frente suda
cuando se trabaja duro es minimizar el esfuerzo y caer en un tópico que es una
gilipollez), hay que sumarle otros casi 120.000 € de ingresos por trabajos
extra, pequeñas aportaciones de sus hijos y herencias de sus respectivos padres y madres.
Llegamos así a 900.000 € que pagan,
algunos dirán que justamente, toda una vida sin vivir más que para trabajar
cada jornada; los mismos 900.000 € que cualquier gerifalte de Nova Galicia
Banco o Bankia, cobran por apenas seis meses de dedicación exclusiva para ver
de encontrar la mejor manera de llenar un poco sus bolsillos y un mucho los de
la gente que les paga.
Pero, claro, Juan y María se han
gastado 150.000 €, al cambio actual, para pagar las cuotas de hipoteca de ese
piso que se compraron en un barrio obrero y que, en realidad, costaba apenas
80.000 € porque todo lo demás es lo que les ha cobrado el banco en intereses y
otras zarandajas. Y el problema es que
los señores de la guerra instalados al frente de la economía han hundido el
mercado inmobiliario y, si ese inmueble quisieran venderlo hoy, tendrían que
aceptar el precio que le dieran aunque, ¡por muy increíble que parezca!,
Facenda de la Xunta les cobraría substanciosos impuestos ya que para ella el
mercado inmobiliario está boyante y no han rebajado ni un céntimo las valoraciones
que aplican a la hora de recaudar impuestos.
Otros 60.000 € de sus ingresos
totales, han ido para pagar el coche y los que le fueron substituyendo cada
cierto tiempo, los muebles y todas aquellas cosas que hicieron habitable su
vivienda y les permitieron acudir a sus puestos de trabajo.
Una vez descontadas las becas, casi
80.000 € es la cifra que les ha costado que sus hijos alcanzaran una formación
que presumían idónea. Libros, material escolar, matrículas, actividades
extraescolares, la Universidad, las academias, desplazamientos y estancias, etc.,
etc.
En salud y contando con que la
sanidad pública aún no había sufrido el brutal recorte de Rajoy y compañía, se
han gastado a lo largo de su vida en pareja unos mil euros por año; en total
30.000 €, para pagar el dentista, los pediatras, los medicamentos cotidianos
que necesitas, alguna que otra analítica, los tratamientos de fisioterapia para
tratar de que los dolores de espalda de María fueran lo suficientemente soportables
para que pudiese trabajar, etc., etc.
La partida más ridícula es la que
Juan y María han destinado a gastos de ocio y caprichitos; incluyendo los
regalos de Reyes de sus hijos, lo que podría llamarse vacaciones y los helados
que ellas incluían, las compras de algún perfume o crema especial, gastos de
vestuario y regalos para esas siete bodas a las que han asistido, la compra,
renovación o alquiler de material audiovisual, etc., han gastado la
estratosférica cifra de unos 35.000 € repartidos con sabiduría económica
extrema a lo largo de 30 años.
Descontados los impuestos que los
gravan, los gastos domésticos, comer cada día y vestirse, mayoritariamente en
las rebajas, les ha supuesto a Juan y María alrededor de 265.000 €, apenas unos
ridículos 2 € por día de media para atender las necesidades básicas de cuatro
personas.
De lo que Juan y María han
ingresado durante 30 años de dura vida en común, quedan 280.000 € por asignar;
más que lo que han gastado en comida y ropa, casi el doble de lo que han pagado
por su vivienda, mucho más del triple de lo que han destinado a educación de
sus hijos, prácticamente ocho veces el importe destinado a ocio y vacaciones
durante ese mismo periodo. ¿Quién se los ha llevado?, ¿Quien le ha,
literalmente, robado a Juan y María prácticamente la tercera parte de sus
ingresos? El estado y sus poderes fácticos, a través de impuestos directos e
indirectos que luego invierten en regalarle 7.000 millones de euros a Bankia,
financiar las actividades en Afganistan y otros países del glorioso ejército de
juguete del Reino de España, pagar a una monarquía parasitaria, mantener a
chupópteros y reptiles varios, etc., etc.
Juan y María multiplicado por un
mínimo de diez millones de familias en su misma situación suponen la
astronómica cifra de DOS MIL OCHOCIENTOS BILLONES –con “b”- DE EUROS en los
últimos treinta años. ¿Cuánto ha pagado la Banca y las grandes empresas en ese
periodo?, pues lo menos posible y por eso se han enriquecido; mientras decían y
dicen que Juan y María son los culpables de las crisis cirrótica del sistema,
de que la sanidad pública vaya camino de regresar a la beneficencia, de que los
alumnos de centros públicos son poco menos que idiotas fracasados que se no
tienen capacidad de aprendizaje, de que nuestros mayores se mueren
excesivamente tarde y por eso las pensiones son insostenibles; toda esa
parafernalia de mentiras que pregonan unos medios de comunicación serviles y
cuyo objetivo es ocultar, al más puro estilo nazi, que a los Juan y María de
este país los están hundiendo en la miseria.
40 años de esclavitud y una canción
desesperada… Juan y María son los Pedro Páramo de nuestro tiempo… “no pasa nada, estamos en el ocaso y son
tiempos de nieve y frío, Juan tiene el
futbol –piensa María para sus adentros-, lástima de que con los años y ahora que ya no tengo que tomar
precauciones –continúa diciéndose en silencio- follemos cada vez menos…”
Pues eso.
© Xabier González, 2012
Twitter: @xabiergzalez